Como toda minita tengo mis ataques. No son ataques de concha como suelen tener las madres, sino ataques de ira. Y no me quiero volver como Homero Simpson que le salen bolas en el cuerpo por retener la ira, me niego a estar así.
Les recomiendo que se saquen todo de encima. Si tienen algo para decirle a alguien, HÁGANLO. No importa la reacción del otro, si sabés cómo va a reaccionar, bien, y si no también. Igual no tiren todo de una, siempre es bueno tener algo por lo cual preocuparse y tener ese miedito de decirlo o no (al menos para mi).
Yo hice eso, sentía una bronca adentro, bien adentro desde hace un tiempito y me hartó. Me saturó por completo y me descargué. Tal vez fue la pendejada más grande que me haya podido mandar pero qué sé yo, para mí no fue así. Tampoco voy a decir que después de esto crecí y ya soy una tipa re adulta que puedo decidir todo por mi misma porque no es así. Lo mejor que te puede pasar al decir las cosas de frente es que el otro te lo converse. Por que quizá no lleguen a un acuerdo o no piensen igual, pero es una forma de no terminar mal ni de odiar al otro. Lamentablemente no fue mi caso. Me dejé llevar por un impulso y bueno, acá estoy sin mejor amigo. No lo voy a culpar a él por ser susceptible y hacer oídos sordos, también me "culpo" a mí, por ir a encarar de la nada cuando tal vez tenía que usar otras palabras estando más serena. Pero bueno, son cosas que me agarran a veces y no las puedo controlar. Como cuando tengo una milanesa y un limón, no me controlo y baño a la milanga en ese jugo tan rico y ácido. Muy buena metáfora la mía.
XOXO GOSSIP GIRL.
No, bueno, no. Cualquiera, no soy Gossip Girl. Aunque siempre quise serlo o que haya un blog onda ese.